viernes, 14 de febrero de 2014

La sangre navarra de @isanseba





De todos es bien sabida la afición que tenía nuestro buen Rey Sancho, el fuerte para más señas y vamos a dejar ahí a que fuerza se refiere el apodo, a las correrías amorosas más allá del Ebro al parecer sin distingo de raza ni religión y que lo mismo le iban rubias que morenas, siempre que no fuera la suya propia, por supuesto…

No de otra manera se puede entender la cantidad de navarros outsiders que afloran por todas las latitudes de la piel de toro con la vena inflamada, será que el leucocito floral es extremadamente sensible, ante el peligro inminente de la invasión vascónica del españolísimo terruño.

Pero no deja de ser más curiosa todavía la hibernación que sufre el gen napartarra de tan floral prole todos los días del año y todos los años del siglo en que no hay elecciones a la vista y nos gobiernan pacíficamente sus conmilitones a este lado del ibérico río. Curioso gen que ni se inmuta con choriceos, mamoneos, mangancias y corruptelas varias y salta como un tigre de Bengala en cuanto olfatea que se acaba el cortijo.

Debe ser que el empacho de leucocitos florales nos produce una especie de gilipollez mental que nos impide discernir con claridad y solo desde la distancia y la claridad de espíritu que produce la hispánica lejanía se puede decidir que es lo que nos conviene o deja de convenir.

Patxi Txungur