Tengo que reconocer que todavía me siento incapaz de digerir
la “metáfora” que utilizó el nuevo baranda sortzaile, Hasier Arraiz, para
referirse a Iruña en el conclave sabatino en el Baluarte y el no menos lírico
que el empleado por Pernando Barrena para referirse al Cortijo como la California Foral.
No se si se refería a la tradicional afición de la capital
del reino por toda suerte de templos, capillas, conventos, frailes, curas,
monjas, imanes y hasta algún rabino irredento, a su cualidad de centro de la
cristiandad encarnada como pocas en ese templo del saber y la religiosidad que
extiende sus tentáculos a la orilla del río al revés y amenaza seriamente hasta
la Donapea…
Al crisol de culturas que aglutina en sus calles desde la
jota al zortziko pasando por la bulería, el fandango, la sevillana, la sardana
o los cantos destemplados del Muecín de Arrosadía, desde los sanfermines a la
Feria de Abril pasando por la Semana del Marisco Gallego o La fiesta de la
Cerveza muniquesa, que todas ellas encuentran acomodo en nuestro Coso a mayor
mosqueo de los promotores de juevintxo…
Al Muro de las Lamentaciones al que baja todos los días
Cervera a recordar la peregrinación que le costo el soplo, el sobre o el
escaño…
O a las palmas que recibieron a la mesías floral, y nunca
mejor dicho, solo unos días antes de su crucifixión a manos del Pilatos
corellano, a mi que me olviden que yo no he sido, y el de las treinta monedas
del Paseo Sarasate.
La verdad, me encaja mucho mejor la de Pernando ; Falcon
Crest, el viñedo y la bodega, ya sabemos donde están, y de Angela Channig mejor
ni hablamos.
Patxi Txungur