martes, 31 de marzo de 2009

EL MARINO, EL AVIADOR Y EL PROFETA.

Es lo que tiene llevar veinte años agarrados al poder, que los consejeros se aburren…

Hartos ya de gobernar, de gestionar presupuestos, de firmar decretos y de trabajar en su despacho, los consejeros del inefable Miguelico han decidido dar otra alegría a sus vidas y experimentar con actividades más estimulantes y aventureras.

Abrió el fuego el “capitán” Miranda, intrépido marino de la estepa zaragozana, que se adentró en las procelosas aguas del océano insondable de Itoiz para rememorar la odisea del Titanic y protagonizar un más que sonoro naufragio, al que solo faltó aguantar el tipo hasta el final en vez de abandonar el barco sin esperar ni a féminas ni infantes.

Poco ha tardado en sumarse a la moda aventurera el prócer de la cultura navarra, el bardo de Lizarra, que emulando al mítico Von Richthofen surcó los cielos de la Barranca en busca del codiciado autógrafo Bardemnero con grave riesgo para su integridad y para la de los bolsillos de los que subimos a San Donato a golpe de alpargata.

¡Aún si hubiera estado Penélope!

Pero parece que al arqueólogo de Gazteluleku le van más los escarceos en hoteles rurales con encanto, y biblioteca…

Pero nada comparable a la aventura de adentrarse el los misterios de la mente humana… Como el Iker Jiménez de Carlos III, el delfín del Sanzato, el dueño de las calles de la geografía floral se ha aficionado a los misterios de lo paranormal y descubierto sus dotes innatas para la profecía.

¿Para qué los sistemas informáticos? ¿Para qué la telecomunicaciones? ¿Para qué los planes? ¿Para qué la ANE? ¿Para qué el 112?... Si el Vicepresidente Caballero es capaz de prever las emergencias, de saber donde será el accidente, la hora del incendio o el número de tomates arrasados por la granizada.

Ya nadie podrá nunca más preguntarse por los méritos de este hombre para ser llamado a tanta responsabilidad… El futuro es suyo.

Lástima que seamos todos los que tengamos que pagar las incursiones extragubernamentales de nuestros líderes, porque si se lo pagasen de su bolsillo ya sería la leche…

Patxi Txungur