No sabía yo del interés de los navarrísimos por las
ciencias ocultas y mucho menos a la telequinesia, no se si le pega mucho a
gente tan de orden y tradicional quedarse hasta las tantas contemplando las
andanzas de Iker Jiménez.
El caso es que andan estos días mosqueados por los
desplazamientos telequinéticos de las banderas del Salón del Trono, a buen
seguro provocados por el mismísimo Belecebú convocado por el akelarre siniestro
que desde julio gobierna el terruño floral. Nada que objetar, eso si, a los
desplazamientos menos paranormales de la deuda tributaria con el Estado o al
IVA de la Wolksvagen que aparecen y desaparecen como los ojos del Guadiana que
esos deben ser atribuibles a la corte de seráficos arcángeles que rodean a Montoro,
magnífica ocasión perdida la del candidato Esparza el garbeo con la Cospedal
por la Plaza del Castillo para recordárselo a su conmilitón.
No tengo yo muy claro, en todo caso, que a UPN le moleste
tanto el cambio de ubicación de las banderas de palacio como el de los
ocupantes del mismo después de cuarenta años de inamovilidad que eso si que da
como para hacer un IV Milenio con Doña Yolanda como invitada especial si sus
compromisos con MoviStar le dejan un hueco de agenda.
En fin, nada que no se arregle con un buen desfogue mañana
en el rebautizado Dia de Navarra como Día de la Banderita por mor de algún
avezado del marketing de la plantilla del Catecismo de Cordovilla, lástima que la Cruz Roja no esté
afiliada a la SGAE para cobrar derechos de autor por la idea…
Patxi Txungur
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