viernes, 17 de enero de 2014

El precio de la revolución



La verdad es que yo, como cocinero avezado y bregado en los más diferentes fogones y mesas, una de las primeras cosas que hago cuando me siento a dar cumplido homenaje a mis más inconfesables instintos gastronómicos y a la gula desmedida es mirar la lista de precios del local donde deposito mis posaderas no vaya a ser que lo que viene detrás del postre acabe por producirme indigestión.

Pero claro lo que no podía esperar es que la revolución pendiente, la Euskal Herria Sozialista irredenta tuviera un precio para los aguerridos gudaris que la defienden igual que unas patatas alavesas, un cardo de Peralta o un sofisticado besugo de Getaria… Craso error…

O por lo menos así lo debió pensar el ilustre columnista que calienta la poltrona gipuzkoana temporalmente y a la espera de peces más gordos, que después de una semanita clamando por la autonomía fiscal de su territorio y asegurando por activa y por pasiva que no iba a firmar la modificación del concierto con la pérfida España, ha tenido a bien regalarnos un “zapaterina”, lo de donde dije digo, digo Diego… y acudir perdiendo el culo a la firma del nefando acuerdo.

Oigan, que eran 36 milloncetes de vellón para las depauperadas arcas giputxis del neotransferido impuesto sobre apuestas loterias y sorteos… mucha tela para los parias de la tierra y la famélica legión…

En fin, que a Don Martín le ha tocado “el gordo” con todas las de la Ley y todos conocemos el chiste:

-          ¿Es el Partido Comunista?
-          Si.
-          Pues llamo para darme de baja que me ha tocado la lotería…

Lástima que los decimos los comprase Urkullu…

Patxi Txungur