martes, 13 de agosto de 2013

Gastrocoaching





Caracol gastrocoachizado

“Aquí los pacientes vienen a curarse, no a comer bien”.

Juan Jose Rubio. Gerente de Osasunbidea


Más de dos años hemos tenido que esperar para que la Consejera de Salud navarra de señales de vida, más allá de cobrar la nómina todos los meses, y lo ha hecho, como no podía ser menos en un gobierno tan british y tan pegado a la economía empresarial, contratando un gastrocoaching para poner cierto orden en el cirio que tienen montado Mediterránea de Catering, el Departamento de Salud y los sufridos pacientes destinatarios de las sutilezas gastronómicas y delicattesen que salen de la cadena de frío de tan “gourmet” compañía.

Desde el aplauso más entusiasta a tan genial idea, solo me cabe una duda ¿Sobre quién se va a ejercer el gastrocoaching?

No estaría mal empezar por esos famélicos caracoles que malamente se arrastran por las hojas de acelga para convertirlos en atléticos y musculados moluscos que asomen los cuernos del caparazón con elegancia similar a un Bolt de los gasterópodos con lo que además de provocar el aplauso y la admiración del doliente resultaran incluso más nutritivos.

Seguir por los garbanzos para que aprendan a presentarse rollizos y blanditos y dejen de suponer un peligro para la dentición de sus receptores aunque con ello pierdan esa rara versatilidad adquirida en las cocinas de Mediterránea que les permitía ser usados como material deportivo para el Ping Pong.

Tampoco estaría mal gastrocoachinguizar a los encamados en el noble arte del faquirismo capaz de tragar las mas variopintas piezas metálicas sin decir esta boca es mía y poniendo cara de haber alcanzado el nirvana culinario.

Aunque bien mirado quizás lo más conveniente sería contratar para el gastrocoaching a los antiguos empleados de las cocinas hospitalarias que al parecer eran unos expertos en esto de dar de comer al hambriento que aunque curar, curaban poco, por lo menos no envenenaban a nadie. Y ya allí y por ahorrar tiempo y dinero, lo mismo que se queden. A lo mejor a los sufridos contribuyentes, doblemente dolientes en la cartera y en el estómago, les parecía de rechupete, y nunca mejor dicho.

Patxi Txungur

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